FAMILIAS SÓLIDAS

TIENE QUE VER CON QUIEN SOY

Día: 29 - Semana: 5 - Autor: Pastor Bernardo Affranchino

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Pasaje

Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y disfrutes de larga vida en la tierra. Efesios 6:2-3


Oración

Oremos juntos declarando quienes somos y que bendeciremos a nuestras familias, a causa de nuestra identidad. Honrar, bendecir, tiene que ver con nuestra identidad.


Desarrollo

Hay una diferencia entre obedecer y honrar. Obedecer significa cumplir lo ordenado; honrar significa mostrar respeto y amor. Los hijos obedecerán hasta que dejen de estar bajo el cuidado de sus padres, pero la responsabilidad de honrarlos es para siempre. Jesús confronta la tendencia de la humanidad a asociar la autoridad con un ejercicio de dominio sobre otros. El dominio o autoridad en la vida del Reino, que Dios quiere restablecer en nosotros, es para una vida victoriosa y fructífera, para echar fuera los poderes infernales, no para controlar a otros o servir a nuestros propios intereses. Su llamado a ser humildes como un niño y a servir de corazón (Jn 13:1–17), establece el espíritu y sienta la pauta para que el creyente ejercite su autoridad como un agente del poder del Reino de Dios. (Mt 19:14; Mc 10:14; Lc 18:16-17) Al retener nuestra condición de ser como niños en el Reino, debemos reconocer que a través de nuestras vidas también retenemos nuestros papeles como hijos de nuestros padres. Aunque la manera en que se vive ese papel puede cambiar con el tiempo, a medida que llegamos a la edad adulta, y nuestros padres envejecen, siempre serán nuestros padres y nosotros seremos sus hijos. Lea los siguientes pasajes bíblicos y haga una lista de cómo deben ser las relaciones con nuestros padres como hijos adultos: Deuteronomio 4.2, Salmo 71.9, Proverbios 17.6, Proverbios 20.29, 1 Timoteo 5.1 ¿De qué maneras cambia nuestro papel hacia nuestros padres? ¿Cómo sigue siendo el mismo? ¿Qué papel juegan nuestros padres en nuestras vidas como adultos? Lea también en éste día 1Pedro 2:9. Dios quiere un pueblo que camine con Él en oración, marche con Él en alabanza, le dé gracias y le adore. Nótese la progresión en la descripción que Pedro hace del pueblo del nuevo pacto: 1) Somos linaje escogido: un pueblo que empezó con la selección que hizo Jesús de los doce, quienes llegaron a ser 120, y a los que fueron añadidos miles en el Pentecostés. Somos parte de esta generación que crece constantemente, “escogidos” cuando recibimos a Cristo. 2) Somos real sacerdocio. Bajo el antiguo pacto, el sacerdocio y la realeza estaban separados. Nosotros somos ahora, en la persona de nuestro Señor, “reyes y sacerdotes para Dios” (Ap 1.6), una hueste que adora y un sacerdocio real, gente preparada para caminar con Él a plena luz, o para pelear junto a Él contra las huestes de las tinieblas. 3) Somos una nación santa, compuesta de judíos y gentiles, de toda nación bajo del cielo, 4) Somos un pueblo adquirido por Dios, su gente escogida. La intención de Dios, desde el tiempo de Abraham, ha sido escoger a un pueblo para enviarlo con una misión especial: la de proclamar su alabanza y propagar su bendición a lo largo y ancho de la tierra.