EN PIE DE GUERRA

Vencer la iniquidad.



Pasaje

No te inclines delante de ellos ni los adores. Yo el Señor tu Dios, soy un Dios celoso. Cuando los padres son malvados y me odian, yo castigo a sus hijos hasta la tercera y cuarta generación. (Deuteronomio 5:9).


Oración

Te adoro rey y te reconozco como el único Dios. Renuncio a ser el centro de la vida.


Declaración

¿Qué pecados de los anotados, se repiten por generaciones? ¿Te animas a repetir todo el análisis, pero pensando específicamente en tu vida?

Desarrollo

Una de las muchas cosas de las que hemos hablado, son las maldiciones generacionales, una persona puede nacer bajo una sentencia de castigo. por pecados que cometieron sus antepasados. Así resulta que uno puede nacer cargando la maldición de sus padres, abuelos o hasta bisabuelos. Y como la humanidad es bastante pecadora, sería de suponer que puede ser un escenario más repetido de lo que suponemos.

Iniquidad es la conducta repetitiva de pecado, patrón de conducta que toma asidero en nuestra forma de ser y pasa de una generación a otra. Lo que nos impulsa a hacer lo que no queremos hacer, que nos inclinemos o cedamos ante su naturaleza destructora. Es una semilla destructora que pasa de una generación a otra, arraigándose cada vez más hasta que queda como un pecado escrito en nuestros corazones.

La presencia de la iniquidad, viene como consecuencia de adoptar otros dioses en nuestras vidas. En ocasiones, esto es literal, estamos hablando de la adoración directa a entidades espirituales opuestas a la fe en Jesucristo. También podríamos referirnos a la acción de endiosar gente u objetos, o posesiones que terminan ocupando el trono de nuestras vidas.

No es tan complicado en realidad. Jesús está a la puerta de nuestra vida, esperando recibir el lugar que merece. Rechazarlo, no significa que ese espacio central estará vació, en lo espiritual, nada permanece vacío. En el menos malo de los casos, nuestro orgullo tomará ese espacio y viviremos buscando nuestra satisfacción personal, poniendo nuestras vidas por encima de la de los demás, aún sobre gente que amamos.

Es un yugo que debe ser quebrado. Como intercesores de Dios oramos pidiendo a Dios discernimiento acerca de esas obras repetidas por generaciones, las cuales atraen el mal sobre nuestras naciones.