EN PIE DE GUERRA

Jesús el supremo intercesor.



Pasaje

Mis queridos hijos les escribo éstas cosas para que no pequen. Pero si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo el Justo. (1 Juan 2:1).


Oración

Bendigo mi tierra y mi gente. Bendigo mi familia, Bendigo mi barrio.


Declaración

Reconozcamos algunos de los pecados que hemos estado anotando como síntomas de la enfermedad de la tierra de la nación, los cuales pudieran estar presentes en mi vida o en mi entorno más directo.

Desarrollo

Todo lo que hemos estado observando en éstos días, desemboca inevitablemente en la persona de Jesucristo, supremo intercesor, nuestro ejemplo.

Miremos a Jesús desde ésta idea.

Perfecto de corazón delante de Dios, amoroso con la gente, poniendo lo del otro por delante de su propio beneficio y sin reclamos de justicia o redención personal, sufrió la cruz, por amor a gente que no lo valoró, ni lo ayudó y así, el Cordero de Dios, fue hasta el Gólgota por crímenes no cometidos y faltas de las cuales no era responsable.

No le importó.

Movido por el Amor de Dios hacia la humanidad, priorizó nuestra salvación por encima de su beneficio personal. Entrega.

Hoy día, Jesús sigue delante del trono de Dios, intercediendo por nosotros y Él es el único en la historia, que estuvo dispuesto a morir por aquellos que lo rechazaron y pidieron que no se suba a la cruz. Dudaron de que fuera el Hijo de Dios y declararon no necesitarlo.

Es nuestro intercesor, el único mediador entre los hombres y Dios. No hay otro camino para el acercamiento al Padre, que no cruce la cruz. Los antepasados (no importa cuan correctos hayan sido) no interceden por nuestra vida. Santos hombres de Dios que caminaron ésta tierra antes de nosotros, no están delante del trono de Dios pidiendo perdón a Dios por nuestras faltas. Ni aún la virgen María, es un camino a Dios. Solo Jesucristo, es la única senda al Padre.

Jesucristo es el gran intercesor al cual imitamos. Imitamos Su sentir, imitamos Su clamor.

Si erramos corremos a Él pidiendo perdón. No se ha cortado la sangre que nos limpia y libra.

En Juan 17, Jesús oró por nosotros, al pronunciar la frase “pido por los que habrán de creer”. Lo copiamos, lo imitamos e intercedemos antre los hombres y Dios. Al Señor pedimos misericordia. A los hombres pedimos que se acerquen y habran el corazón.