Evangelios según Juan, 2° parte



Pasaje

“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. (10:11-15)


Oración

Te miro Señor, miro la gente. Úsame a mí.


Desarrollo

Aunque Juan probablemente conocía los relatos de los otros tres Evangelios, escogió seguir un orden temático, en lugar de una secuencia cronológica de los acontecimientos. Los Evangelios llamados “sinópticos” deben haber usado fuentes orales y escritas comunes. El esquema general es similar, y varios incidentes importantes del ministerio de Jesús aparecen en los cuatro libros. Algunas de las diferencias son:

1) En lugar de las familiares parábolas, Juan incluye largos discursos;

2) en vez de los muchos milagros y curaciones de los Sinópticos, Juan utiliza siete milagros cuidadosamente seleccionados, conocidos como “señales”;

3) el ministerio de Jesús se desarrolla alrededor de tres fiestas de la Pascua, en lugar de una sola, como sucede en los Sinópticos;

4) los grandes “Yo soy” de Jesús constituyen un aspecto particular del Evangelio juanino.

Reflexión

Hace unos pocos días, hablábamos de ovejas. Hoy hablamos de pastores.

Al mirar Miqueas, decíamos que hay ovejas en diferentes situaciones. Hablábamos de tipos de ovejas.

Hoy quiero decirte que hay diferentes tipos de pastores.

En primer lugar, hay una clasificación básica: El pastor original es Jesús, todo el resto, son copias. Imitadores corriendo por tratar de parecerse al Gran Maestro, con diverso éxito. Ni uno es perfecto, son gente llamada en su gran mayoría, enfocados en caminar en el Espíritu Santo. Es necesario que esto quede bien claro, hay una versión original y perfecta. Todo el resto, no llega a atarle los cordones.

Leímos que Jesús dijo que haríamos sus mismas obras o aún mayores y algunos se confunden, igualando ministros. No es así, Jesús profetizó acerca de que la iglesia a través de sus miembros, sus líderes; haría ministerio como el de Él.

Lo que podemos llegar a igualar, es el ministerio, Sus obras, pero nunca al ministro.

Jesucristo es inigualable. Corremos por parecernos a Él creemos en la obra del Espíritu Santo a nuestro favor, pero cada vez que se levantó alguno diciendo que era Jesús, resultó ser un engañador.Jesús, también habló de lo que hace a un pastor, ser pastor. Le importan las ovejas.

Jesús invita a cada uno llamado pastor, a imitarlo en lo principal, que le importe la iglesia, que le importe la gente. No es un trabajo, es un llamado, así Jesús diferencia a los que “trabajan” de pastores de los que tienen el llamado como identidad, marcando la actitud hacia la iglesia como una señal probatoria. Los aspirantes a copiar al “Buen Pastor”, enfrentarán al lobo. Pensemos hoy más allá de los cargos y los títulos y miremos el carácter. Nuestro Señor miró la multitud y la vio necesitada de pastores. A lo largo de los años, miles de cristianos han captado esa necesidad y decidieron protagonizar el evangelio. Quiero hoy que pienses en esto: tu barrio necesita un pastor.