Ezequiel



Pasaje

“Porque los traeré de vuelta a la tierra de Israel. Entonces será como si yo hubiera esparcido agua limpia sobre ustedes, porque serán limpios; su inmundicia será lavada, su adoración idólatra desaparecerá. Y les daré corazón nuevo; les daré deseos nuevos y rectos, y pondré un espíritu nuevo en ustedes. Les quitaré sus corazones de piedra y de pecado y les daré nuevos corazones de amor” (36:24–26)


Oración

Señor, que yo no pierda nunca la carga por mi nación y el deseo de obedecerte.


Declaración

Ezequiel hijo de Buzi (un sacerdote de Sadoc) escribió éste libro con el propósito deadvertir el castigo de Dios sobre Israel y otras naciones y predecir la salvación final para el pueblo de Dios. Estaba dirigido a los judíos en el cautiverio de Babilonia y el pueblo de Dios en todas partes y fue escrito aproximadamente en el 571 a.C. Ezequiel era un joven contemporáneo de Jeremías. Mientras Jeremías ministraba al pueblo que todavía permanecía en Judá, Ezequiel profetizaba ante aquellos que ya se encontraban en el destierro en Babilonia después de la derrota de Joaquín. Estuvo entre los cautivos que se llevaron en 597 a.C.

Desarrollo

Tres relevantes lecciones personales se pueden aprender en Ezequiel. La primera tiene que ver con la importancia de la responsabilidad moral individual. Aunque es cierto que Dios bendice y disciplina a iglesias locales como un todo (Ap 2 y 3), se relaciona primordialmente con los individuos. De ahí que no podamos invocar la justicia de otros para justificarnos a nosotros mismos. Existe una dimensión “corporativa” del pecado, pero nada elimina mi responsabilidad personal (18:20). Segundo, Ezequiel enseña que aunque a Dios no le agrada disciplinar severamente a su pueblo, a veces debe hacerlo. Es un Dios justo y celoso tanto como misericordioso y compasivo (12:1–16). Tercero, Ezequiel nos asegura que al final Dios triunfará en la historia. Sus enemigos puede que estén ganando batallas ahora, pero finalmente serán destruidos (35:1–15). Reflexión Las personas tenemos voluntad propia y debemos elegir someternos, seguir las instrucciones de padres y líderes. Los hijos de Dios deben aprender a obedecer a su padre celestial. Como fuimos creados a su imagen, tenemos que elegir, y Dios así lo permite. Ezequiel fue un hombre que decidió obedecer a Dios. Si bien era sacerdote (1:3), sirvió como predicador judío ambulante en las calles de Babilonia durante veintidós años, hablando a todos del castigo y de la salvación de Dios, y llamándolos al arrepentimiento y a la obediencia. Ezequiel vivía lo que predicaba. Durante su ministerio Dios le dijo que ilustrara sus mensajes con lecciones objetivas dramáticas. Algunos de estos actos fueron permanecer tendido sobre un costado durante trescientos noventa días en los cuales solo podía comer doscientos veinticinco gramos de comida al día cocinada sobre excremento, rasurarse la cabeza y la barba, y no mostrar tristeza al morir su esposa. Ezequiel obedeció y proclamó fielmente la Palabra de Dios. El versículo 30 del capítulo 22, sintetiza de alguna manera la carga de Dios por Su pueblo y la falta de respuesta de Israel al clamor divino, un pasaje que ha guiado miles de reuniones de intercesión en la historia. Quizás Dios no le pida que haga algo tan dramático ni difícil. Pero si lo hace, ¿obedecería?