Miqueas



Pasaje

“Oh hombre, Él te ha declarado lo que es bueno, qué pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, y amar misericordia, y humillarte ante tu Dios” (6:8).


Oración

Quiero terminar ésta semana volviendo a consagrarme a Ti.


Declaración

Miqueas fue un contemporáneo de Isaías en el siglo VIII a.C. Ambos llevaron a cabo su ministerio en el reino del sur, Judá, aunque también incluyeron a Samaria (Israel) y a “las naciones” en el ámbito de sus profecías. Durante unos pocos años, al inicio de su carrera, Miqueas (también contemporáneo de Oseas) vivió en un pueblo situado aproximadamente a 30 km al sudoeste de Jerusalén, y la mayoría de sus profecías las pronunció desde allí. El nombre de Miqueas significa: “¿Quién como Jehová?”. La profecía de Miqueas tendría un impacto que iría mucho más allá de su ministerio local. Aún después de un siglo fue recordada y citada (Jer 26:17–19), y los acontecimientos ocurridos siete siglos después ratificaron su validez (Mt 2:1–6; Jn 7:41–43). Miqueas profetizó durante los reinados de Jotam (740–731 a.C.), Acaz (731–716 a.C.) y Ezequías (716–686 a.C.). Como su muerte se produce durante la administración de Ezequías y antes de Manasés (696–642 a.C.), parece probable una fecha entre los años 704 y 696 a.C.

Desarrollo

La ligereza con que se usan palabras como “amor” y “odio” las han privado de significado. Ya no entendemos afirmaciones que describen a un Dios amoroso que aborrece el pecado. Así describimos a Dios como amable y bondadoso: un “debilucho” y nuestro concepto de lo que Él aborrece está desdibujado por esas falsas concepciones. Las palabras de los profetas contrastan tremendamente con esos malentendidos. La ira de Dios es real, ardiente, devoradora y destructora. Él aborrece el pecado y se levanta como juez justo, listo para impartir el castigo a todos los que desafían Sus reglas. El amor de Dios es real. También es real el hecho de enviar a su Hijo, el Mesías para salvar y tomar el lugar del pecador en el juicio. El amor y el odio van juntos; ambos son eternos, irresistibles e insondables. Miqueas presenta en siete breves capítulos su verdadera descripción de Dios: El Señor todopoderoso que aborrece el pecado y ama al pecador. Gran parte del libro está dedicada a describir el juicio de Dios sobre Israel (el reino del norte), sobre Judá (el reino del sur), y sobre toda la tierra. Este juicio vendría: “Por la rebelión de Jacob, y por los pecados de la casa de Israel” (1:5). Y el profeta hace una lista de estos pecados despreciables, incluyendo el fraude (2:2), el robo (2:8), la codicia (2:9), el libertinaje (2:11), la opresión (3:3), la hipocresía (3:4), la herejía (3:59), la injusticia (3:9), la extorsión y la mentira (6:12), el asesinato (7:2) denuncias pertinentes para el día de hoy. Reflexión Miqueas tiene mucho que contribuir a la comprensión de nuestra actual relación con el Señor Jesucristo. La liberación de los muy extendidos pecados morales y religiosos de la avaricia y la idolatría de aquellos remotos días, puede obtenerse hoy siguiendo a Jesús por los caminos del reino de Dios. La profecía de Miqueas debe hacer que todos nos maravillemos ante el incomparable Jehová, quien se reveló a sí mismo en la humanidad de Jesús como la compasión y la verdad personificadas de Dios.