2017 CAMINANDO SOBRE LA PALABRA DEL AÑO

Día 32 - Grandes sacrificios, grandes recompensas

Día: 32 - Semana: 5 - Autor: Pra. Marisa Affranchino

Siguiente →


Pasaje

Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos. Rut 1:16


Oración

Oro Señor, para que jamás deje de reconocer los momentos importantes, las oportunidades de sembrar mi bienestar de mañana. Que yo de pasos respondiendo a mi identidad


Desarrollo

Es importante que leamos desde el comienzo del capítulo, para entender las circunstancias en las que se da la tremenda decisión de Rut.

Es la historia de una joven que no pertenece al pueblo hebreo, pero pasará a la historia, formando parte de la genealogía de Jesús.

El libro nos guía en saber como Rut, llegó a formar parte de la familia real hebrea y Mateo 1:5, nos la mencionará dentro de la propia familia del Salvador.

No creo que Rut, estuviera reconociendo el momento de la historia que le tocaba vivir, lo que hizo fue responder a la necesidad de su suegra, se comprometió. No se arriesgó buscando premió, se entregó respondiendo a la necesidad.

Es notable como decisiones de hoy, abren puertas para el mañana, pero ¿cómo saberlo?

La regla de Rut es buena, no lo hago porque crea que hay premio, sino porque es mi identidad, respondo a la necesidad.

Orfa se fue de su lado y no se sabe nada más de ella, pero Rut se quedó con Noemí. (Interesante es que el verbo hebreo usado aquí es mismo para referirse al matrimonio en Gén. 2:24)

Rut, en total dedicación, puso el cuidado de Noemí antes que sus propios intereses. El amor “no busca lo suyo propio” (1 Cor. 13:5).

Noemí no aceptó la decisión de Rut sin protestar. Era natural que los padres y la formación religiosa tuvieran una poderosa atracción, pero la protesta de Noemí generó la más sublime de las reacciones. Rut estaba decidida: “dondequiera que tú vayas, yo iré”.

El bienestar de Noemí era su principal preocupación, aunque significara emigrar de su patria, dejar a sus padres que todavía vivían (2:11) y establecerse entre extraños. Desde ese momento en adelante el pueblo de Noemí sería su pueblo, aunque Rut no sabía si encontraría aceptación. Rut declaró que el Dios de Noemí sería su Dios. Estaba totalmente resuelta, aun hasta la muerte y lo confirmó con su juramento en el nombre del Señor.

Jesús dijo, que nadie que haya tomado sacrificios de éste porte, queda sin ser reconocido por nuestro Padre Celestial.